19 ago 2010

LA HIJA DEL AGUA Y EL SOL

LA HIJA DEL AGUA Y EL SOL

Como alma solitaria, perseguida por las olas del mar, andaba siempre jugando entre caracolas y corales, era hija de la naturaleza, hija del agua y el sol, apoyada en unas piedras cubiertas de algas, siempre miraba hacia el horizonte mientras caía el atardecer, se sentía libre, esto era su hogar, solo estaba ella, la brisa marina, y los infinitos y extraños seres que habitaban bajo el manto azul. No necesitaba nada, así era feliz, contemplando siempre de lejos a los marineros, mientras izaban las velas. Ella furtivamente los observaba, ellos danzaban por las cubiertas de sus pequeños barcos y como si de una sabana se tratara echaban sus redes al mar.

Su pelo era largo y sedoso, con pequeñas caracolas enganchadas en sus rizos, su cuerpo esbelto esculpido por las corrientes marinas, solo estaba adornado por una concha rojiza cubierta de coral, anudada con algas a su fino cuello, su piel tostada por el sol, color cobre, sus ojos, en tono turquesa, destacaban en su pequeño y ovalado rostro, era vivaz y rápida, necesario para su supervivencia, pero inocente y bondadosa, siempre rodeada de peces y estrellas de mar.

Así era ella, la hija del agua y el sol, una leyenda para algunos una realidad para otros, a veces su curiosidad iba más allá y se acercaba demasiado al embarcadero, siendo vista, pero como si de un espejismo se tratara, ella se desvanecía sin dejar rastro.

En uno de esos atardeceres, la hija del agua y el sol, tuvo que esconderse rápidamente entre las rocas, una pequeña embarcación se estaba acercando. Con el miedo metido en el cuerpo se quedo inmóvil, esperando pacientemente a que se fuera como tantas otras veces había hecho. Él estaba rígido en la parte de proa, con una mano levantada apoyada en la frente para cubrirse de la luz del sol, miraba con atención hacia las rocas, hacia el mar, buscando algo, en la otra mano llevaba un arpón… ella era la segunda vez que lo veía, la primera no la recordaba.

Miguel era un joven apuesto y fornido, con manos curtidas y agrietadas por las horas de trabajo, su trabajo no tenía fin, por el día siempre en alta mar, por la noche en tierra arreglando sus redes, tanta actividad física y tanto empeño por seguir la tradición familiar, había hecho que su cuerpo se transformara poco a poco. Sus espaldas eran amplias y musculadas, su ancho cuello y una mandíbula prominente hacían que tuviera un atractivo especial.

Miguel solo buscaba salir de la pobreza, cada vez más palpable, el mar se estaba secando, los peces eran escurridizos no se dejaban atrapar por las kilométricas mallas que cubrían parte de la bahía donde él había crecido. Pero su suerte iba a cambiar, había llegado a sus oídos que un ser extraño habitaba en los alrededores de su pequeño paraíso, daría con él y seguro que le darían mucho dinero por ese descubrimiento, y sin hacer caso a las habladurías del mal presagio que eso conllevaba, se lanzo a la mar.

Y ahí estaba alzado como si de una torre se tratara, oteando el horizonte, mientras ella lo observaba con una curiosidad ilimitada. Ella se enamoró al instante sin ni siquiera saberlo, no conocía la palabra amor, no sabía de su significado, y poca importancia tenia, pero un nuevo sentimiento invadió su ser, su alma, su cuerpo, se asusto de ella misma y sintió miedo de esa sensación desconocida,- ¿Qué le estaba pasando?,-¿Por qué no podía dejar de mirarlo?, un lejano recuerdo le vino a su memoria, de repente, ella ya conocía esos ojos, se quedo paralizada aunque su instinto le estaba advirtiendo de que estaba en peligro, no podía moverse y sabia que el cada vez estaba más cerca.

Miguel se acerco a las rocas, con el arpón levantado por encima de su cabeza, le había parecido escuchar algo, de pronto sin previo aviso, una especie de silueta de mujer se alzo delante de sus narices sujetando algo entre sus manos, no sabía si por la fijación de cazar al extraño ser o por el mismo miedo que sintió al estar delante de este, sus reflejos se pusieron en marcha y sin pensarlo dos veces lanzo con todas sus fuerzas el arpón hacia ella.

Pobre hija del agua y el sol, atónita se quedo cuando vio que el arpón iba directo a su corazón, de una forma sobre humana, salto hacia el agua, su vida estaba en peligro y todos sus sentidos se activaron, noto en el lateral izquierdo de su cuerpo como algo le quemaba, pero no se paró a mirar. Desapareció en cuestión de segundos.

Dejo tras de sí un hilo de sangre, con lágrimas en los ojos y con la expresión desencajada se dirigió para los arrecifes de coral, con una velocidad inalcanzable para un ser de tierra.

Miguel no perdió de vista el reguero de sangre, y vio que se dirigía hacia el muro que la naturaleza del mar había creado para proteger a sus diversas criaturas, allí no podía llegar con su pequeña embarcación sin que esta terminara en pedazos, Miguel cogió el arpón de nuevo y se tiro al mar en busca de su presa, no volvería a la bahía sin ese extraño ser, vivo o muerto.

Nado hasta el muro de coral, y empezó a buscarla, la hija del mar había perdido mucha sangre casi exhausta se agarro a un coral, no podía nadar, no podía casi moverse, la conmoción del momento, el pánico, y la sorpresa de la actitud de su atacante, la habían dejado sin fuerzas. Y simplemente lo espero…. Su destino estaba marcado.

Miguel enseguida la vio y como si de un tiburón se tratara fue hacia ella, y la atravesó con su arpón, ella no hizo nada solo sujetaba algo entre sus manos.

Miguel saco el arma del cuerpo de la hija del agua y el sol, salió a flote, la busco y saco su cuerpo medio moribundo para observar a su presa.

Cuál fue su sorpresa, que al apartar el enmarañado pelo se encontró con una mirada de ternura y compasión, se encontró con un bello rostro roto por el dolor, no de su herida si no de su corazón, no podía ser cierto, no podía ser verdad que su apreciado y extraño ser, fuera la criatura más hermosa que había visto jamás. La miro a los ojos, suplicando su perdón y roto de dolor sin saber qué hacer para ayudarla, le empezaron a brotar las lágrimas, en el último aliento de vida ella alzo su mano y toco su rostro para tranquilizarlo, le susurro al oído:

-.No hay mejor muerte que morir en tus brazos Miguel.

Sin más, ella se fue desvaneciendo entre sus dedos, mezclándose en sus lágrimas, volvió a sus orígenes, se convirtió en agua en luz lo que siempre había sido, solo quedó de ella una concha cubierta de coral rojo, Miguel miro la concha y una expresión de dolor le atravesó hasta el alma. Y entonces recordó, y lloró hasta morir… el mar también se lo llevo a él… y nunca más regreso.

Miguel tenía 8 años cuando la vio por primera vez, la miro y no sintió miedo, ella salió de agua con timidez pero segura de sí misma, los peces la siguieron hasta la orilla, vestida con algas y caracolas, se planto delante de él, jugaron juntos todo un atardecer entre risas y furtivas miradas, en el momento de separarse él le regalo una concha, y le dijo que siempre la llevara junto a ella por si algún día se volviesen a encontrar él la pudiera reconocer, la niña le sonrío le beso la mejilla y con la concha en la mano se dirigió otra vez a su hogar, al mar. El se enamoró de ella en ese instante, aunque siempre pensó que aquel momento solo sucedió en sus sueños.

Cuenta la verdadera leyenda, que nunca se vio a ninguna sirena surcando los mares de la bahía, pero en numerosa ocasiones se puede avistar un pequeño barco y un hermoso hombre en cubierta sujetando una concha… siempre esperando, siempre atento, siempre esperando esos atardeceres y a su amada, la hija del agua y el sol.


Para ti.

A.Abril

10 comentarios:

  1. De hora en hora, de dia en dia, dejalo crecer...............

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  2. Gustavo Osmar Santos
    Estuvo Aquí...wonderfull,saludos.

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  3. I'll be waiting for you... lastimosamente.

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  4. Gracias Giorgio, que grande que eres!!!
    muackssss

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  5. Gustavo gracias por el coment y por seguirme!!!
    Saludos y bienvenido

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  6. Lastimeiro!!! aunque no este ya sabes que siempre estoy!!!
    Muackssssss

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  7. ''Hay tres cosas que permanecen, la fe, la esperanza y el amor; pero de las tres, la más importante es el amor'' i cada dia més....mil gràcies amor!!
    Muackssssss!!!

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  8. Gracias a ti cielo!! y que razón tienes!!
    Muackkkssssssss

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  9. ...un (...) hombre en cubierta, sujetando una concha… siempre esperando, siempre atento, siempre esperando esos atardeceres...

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  10. Aiihhhsss ese lastimeiro Anónimo!!!

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